Romper con la idea de que “debería poder solo/a”
Durante mucho tiempo, hablar de salud mental fue sinónimo de debilidad. Y aunque hoy parece estar más normalizado, todavía escuchamos a menudo frases como: “No estoy tan mal como para ir a terapia.”, “Hay gente que lo pasa peor.» o “Debería poder gestionarlo solo/a.”.
Palabras que pueden sonarnos a humildad o fortaleza, pero en realidad esconden culpa, miedo o autoexigencia.
Nos enseñaron a resistir, no a pedir ayuda.
A aguantar, no a sostenernos.
La trampa del “no estoy tan mal”
¿Sabíais que muchos de los procesos terapéuticos no comienzan en una crisis?
Empiezan con un cansancio que no se va, con una sensación de vacío, o con una vida que funciona por fuera pero pesa por dentro.
Esperar a estar “peor” para buscar ayuda es como esperar a que una herida se infecte para curarla.
La terapia no es un último recurso; es un espacio preventivo y reparador, donde podemos escucharnos sin exigencias, ordenar lo que sentimos y aprender nuevas formas de cuidarnos.
¿No puedes gestionarlo solo/a?
Esa frase (a veces dicha con buena intención) es una de las que más daño hace.
Porque la salud mental no se trata de “poder solo”, sino de apoyarse bien.
Nadie cuestiona pedir ayuda a un fisioterapeuta cuando duele la espalda,
o ir al médico si algo no va bien.
¿Por qué entonces sentir culpa por buscar apoyo emocional?
La terapia no te quita la fuerza: te la devuelve.
No hace que dependas de alguien: te ayuda a encontrarte contigo mismo/a con más claridad y amabilidad.
Lo que la terapia sí puede ofrecerte
Ir a terapia no siempre significa “tener un problema”, sino querer conocerte más y vivir con más calma. Desde Canela Psicología nos gustaría recordarte algunos de los beneficios más comunes de venir a terapia:
- Poner palabras a lo que duele y entenderte sin juzgarte.
- Aprender a gestionar emociones sin reprimirlas ni dejar que te arrastren.
- Reconocer patrones que se repiten y elegir diferente.
- Mejorar tus relaciones, desde la comunicación hasta los límites.
- Cultivar autocompasión y autocuidado real, no solo “hacer cosas por ti”.
Cada proceso es único, pero todos comparten algo: el alivio de no tener que sostener todo solo.
Pedir ayuda es un acto de cuidado
Buscar apoyo psicológico no es un signo de debilidad.
Es una forma de decir:
“Merezco entenderme. Merezco estar en paz.”
Pedir ayuda no es rendirse.
Es empezar a cuidarte de verdad.